Entre enero y febrero la floración de los almendros reviste
el campo mallorquín de un espectacular manto blanco. En sus diferentes
tonalidades del blanco al rosado, los almendros floridos anticipan la primavera
cuando el invierno aún no ha acabado. Una estampa que ha sido recreada en
cuadros, novelas y fotografías a lo largo de la historia. Varios autores que
han escrito sobre estos árboles, mencionen que la magia del almendro reside en
la gran contradicción existente entre su silueta florida en los campos
invernales mallorquines, y la descarnada complexión de su figura cuando está
desnudo de hojas y flores. El almendro con sus troncos imposibles rudos y
rugosos con sus figuras inquietantes en los atardeceres del Llano de la Isla,
en Enero pasa al árbol dulce e idílico y hermoso que cubre los campos
Mallorquines con su luz.
El fenómeno de floración es generalizado en Baleares, donde
en primavera se contabilizan más de siete millones de almendros (Prunus
amigdalus) en flor. El Almendro (en mallorquín: ametller) está muy enraizado en
la cultura y la forma de vida sentir de los Mallorquines.
El almendro es el árbol mediterráneo por excelencia. Fue el
árbol del que Aarón tomó su vara mágica. Algunos autores afirman que la Menorah
o candelabro de siete brazos del templo de Jerusalén, tenía sus pantallas en
forma de almendras porque representaba la vara del almendro de Aarón cuando
florecía.